- Fecha: 1-9-2007
- Itinerario: Pto. Pontón – Retuerto – Polvoredo – La Hoya de Bordecazo – Arcenorio – Cda. Guaranga (bunker) – Collado de los Bedules – puente Vidosa – Cangas de Onís
- Personas: Carlos, Jorge, Rubén y más de 200 participantes
- Datos cuentakilómetros Rubén (ruta alternativa del Cdo Bedules a Cangas de Onís):
- Distancia: 66,22 Km
- Tiempo en marcha: 4:32:19
- Velocidad media: 14,59 km/h
- Velocidad máxima: 58,98 km/h
- Cadencia media: 60 (aprox. 16338 totales)
- Altitud salida: 1288m.
- Altitud máxima: 1654m.
- Altitud mínima: 87m. (615m. final oficial en Beleño)
- Desnivel acumulado: 1215m.
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- Álbum de fotos:
Ruta que da comienzo a la XVIII Travesía Nacional de la Cordillera Cantábrica.
A las 7:30 de la mañana en Cangas de Onís empieza la entrega de dorsales. Jorge y Carlos van por su cuenta desde Gijón y a mi me lleva mi padre. Salimos antes de las 6:30 de Avilés por suerte a esas horas no hay tráfico y podemos ir por Infiesto – Arriondas, por contra hay una densa niebla.
Antes de las 8:00 estamos en Cangas de Onís, allí nos encontramos el trío Trek de MV BTT, preparamos las bicis, dorsales, mochilas… y las metemos en el camión. Sobre las 9:00 arrancan los autobuses camino del puerto del Pontón.
Un puerto larguísimo, con muchas curvas y muy bonito sobre todo al internarse en el desfiladero de los Bellos. Adelantamos a un puñado de participantes que van desde Cangas de Onís en bici. El viaje se hace largo y sobre las 10:30 ya estamos en el punto de partida con un día totalmente despejado aunque aún algo fresco. Entre sacar todas las bicis, colocarse y demás nos dan las 11 y es que somos unos 240 participantes.
Al poco de comenzar un enorme argayo nos frena en seco. Hay que pasar de uno en uno y con la bici en la mano.
Un poco más adelante cruzamos el río, algunos por el puente y otros estilo freeride.
Llegamos al pueblo de Retuerto sin hacer apenas esfuerzo donde tenemos el primer avituallamiento. Se agradece porque había desayunado a las 6, el problema es que al ser barra libre y haber tanto uno se pasa comiendo.
A partir de aquí empieza el sufrimiento, una fuerte subida por pista de tierra entre un bosque de castaños y robles.
Aquí me vuelvo a encontrar con Alfonso (asturcón de Avilés), parece ser que un compañero tenía una avería. Charlamos un rato y continuamos el camino.
Un poco más adelante suaviza la ascensión, salimos a un claro desde donde se tiene unas buenas vistas a Peña Santa de Castilla y el Macizo Occidental.
Nos volvemos a meter en el bosque
No dura mucho la sombra que a estas horas se agradece, nos espera una infernal subida por hierba donde ni todo el desarrollo es suficiente, a mitad de subida tengo que parar, al intentar ponerme de pie el pedal me levantó y tiró hacía atrás, ni mi peso podía subir la bici con el menor desarrollo metido. Alfonso nos pasa.
Aprovecho el tiempo de recuperación para hacer fotos a los que salen del bosque:
Después de esta dura e interminable rampa por hierba el camino tiende a llanear entre escobas y espinos típicos de la zona leonesa. Es una zona algo técnica y muy espesa, continuamente tropiezas con raíces, ramas de escobas… que te ponen la piel de la piernas y brazos a vivir.
Una tonta caída en espinos, por suerte no picaban mucho pero cuanto más empeño ponía en salir más me hundía.
Yo creo que la gente disfrutaba metiéndose entre la vegetación, basta que uno tire por donde no debe para que todos le sigan, aunque en este punto las marcas no ayudaron, resulta gracioso ver el camino un par de metros más abajo.
Un claro con unas buenas vistas: Mampodre, embalse de Riaño… donde la gente se tira a descansar. Aquí empieza un camino de tierra y piedras sueltas que baja en zig-zag, hay que tener un poco de cuidado.
En una de las horquillas veo a un grupo de BTT La Badana, paro y reconozco a Quorum que se lleva una sorpresa al verme en este evento, charlamos un rato y quedamos en hacer una foto todos juntos (la foto se resistió).
Llegamos a un pueblo llamado Polvoredo donde nos avituallamos de agua en una fuente, aún queda una larga subida bajo el intenso sol.
Tomamos una pista siempre subiendo, pasamos por un valle típico de la zona, no tan hermoso como los de Babia pero un placer para los ojos igualmente.
Sin nada para recuperar la pista va ganando en irregularidades y pendiente, se hace cada vez más duro y lo peor es que se ve al fondo todo lo que hay que subir.
Aquí Jorge me saca una buena minutada, yo tengo que parar varias veces. Arriba se encuentra el segundo avituallamiento desde donde se contempla todo el valle y los compañeros sufriendo la ascensión.
Vuelvo a charlar con Quorum, Alfonso y alguno más que ni siquiera conozco. Es lo bueno de estos eventos; todo es buen rollo y colegueo, vamos a disfrutar y pasarlo bien.
Jorge me retrata haciendo fotos a los que suben, me gusta esta foto.
Este avituallamiento se hizo de rogar, comentan que lo tuvieron que poner arriba ya que no podían llevar el vehículo hasta donde estaba previsto. Se hizo muy larga la subida pero lo preferimos ya que pegarse una fartura a media subida con el sol que hacía hubiese sido mortal. Me tiro en el suelo a disfrutar del prao y el buen tiempo después de tomar abundante sólido y líquido.
Los participantes llegaban con cuentagotas y tampoco había prisa por continuar.
Después de un buen rato reiniciamos la marcha, ahora vienen unas praderías con bajadas y llaneo.
No duraría mucho ya que empezarían zonas pedregosas muy técnicas en las que me cuesta creer que alguien las bajase enteras montado.
Al menos en las partes que conseguíamos bajar uno disfrutaba.
Así llegamos a Arcenorio, en esta última bajada muy técnica al principio, donde todos íbamos andando, nos adelantó uno de los portugueses pasando por encima de las piedras como si nada.
Continuamos por unas hermosas praderías, sobre todo cuando es en bajada.
Y a continuación entramos en el bosque de Peloño, el mayor hayedo de toda Europa y de una belleza indescriptible. Se baja rápido hasta llegar a la zona del Collado de Guaranga donde está el búnker, ahí hay que subir y poner el pie a tierra en algún punto.
Continuamos por la ancha pista, ahora en notable ascenso pero se lleva bien, vamos con los de La Badana y algún Pelayo charlando a la sobra de los árboles. Así llegamos al Collado de los Bedules donde repostamos agua. Unos pelayos nos invitan a hacer una bajada alternativa, dicen que es una pasada pero que vamos a dar al puerto del Pontón y hay que volver a Cangas de Onís por carretera.
Llega Carlos y hacemos una de las pocas (o la única) foto de grupo que tenemos.
Carlos va sin freno trasero por una burbuja de aire y prefiere hacer la ruta oficial y volver en autobús.
Llegan el resto de pelayos y compañeros que harán la bajada, somos unos 12 en total, así que después de cambiar varias veces de opinión y viendo que somos bastantes me uno a ellos. Y la verdad es que mereció la pena, una bajada rápida, técnica, con mucha piedra lisa y húmeda. El primer tramo lo hice un poco acojonado, hasta una parada para arreglar un pinchazo, por cierto uno de los de la tubeless no sellaba bien y con 3 bridas arreglado.
El segundo tramo ya me encontré más a gusto y me sorprendió ya que bajaba a rueda de los de las dobles y sin dudas.
Aquí al final de camino y comienzo del desfiladero ya por carretera.
Tuvimos el placer de hacer esta bajada junto a dos de las cuatro chicas que participaban en la Travesía.
La bajada por el desfiladero hasta el puente Vidosa en el puerto del Pontón fue impresionante, una fuerte pendiente, carretera muy estrecha, curvas cerradas, por un lado roca horadada y por el otro un precipicio donde no se veía el fondo. Además había gravilla suelta y algún pedrolo por medio de la carretera que hacía que fuese aún más peligroso. Más de uno llevo un susto, incluso un servidor que casi se va recto contra la pared de roca en una ocasión. En cuanto vi 20m. de quitamiedos que caían al vacío me dí cuenta de lo peligroso de la bajada.
Para rematar el día nos quedaban unos 20km. de carretera hasta Cangas de Onís; al principio algo de bajada para que pasase a ser llano. Aquí se hizo un grupo de unas 7 personas que íbamos a todo lo que podíamos, haríamos una media de 40km/h, los kilómetros caían rápidamente pero eran muchos y las piernas sufrían, yo me encontraba bien y era capaz de saltar de los cortes para no perder la rueda de los que tiraban pero más de uno quedó descolgado. Pensé que lo iba a pagar al día siguiente pero por suerte no ocurrió.
Llegamos a Cangas antes que Carlos incluso, eso si nos perdimos la bajada por el bosque a Beleño y dos avituallamientos. El último debía ser para merendar y aguantar hasta la hora de la cena.
Lavar las bicis, ducharnos en el polideportivo y la odisea de encontrar el albergue y pedazo de albergue: con piscina (cerrada), bungalows… Entramos a cenar y ni nos pidieron nada, allí había muchos de los portugueses que participaban. Comida abundante a base de espaguetis y filetes con patatas, la verdad que no estuvo nada mal para ser un albergue.
Lo que más nos sorprendió fue el portugués que comió y durmió con nosotros, se había levantado a las 2 de la noche para venir a la Travesía y el domingo volvía para Portugal y el solito, eso es afición y lo demás cuentos.
Nosotros salimos un poco por Cangas a tomar unas sidras y a medianoche vuelta al albergue que estaba a 10km. Estábamos todos rotos, habíamos dormido poquísimo y la ruta fue asequible pero dura, la de mañana nos avisaban que iba a ser más dura.
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