- Fecha: 07-08-2010
- Itinerario: La Cándana de Curueño – Arroyo de la Cola – Rasa de las Campanas – Peña del Rollo – Prado del Espino – Fontanos – Pico Muelas – Pico Valdespido – Collada de Valdehoria – Arroyo de Prado Llano – La Jonciana – Oville – La Fajosa – Collada de Valdenuciello – El Fuello – Nocedo de Curueño – Montuerto – Valdorria – Pradilla – El Viso – Puerto Dotes – Prado Santiago – La Collada – Sierro Blanco – La Mata de Bérbula – La Vecilla de Cuerueño – La Cándana de Curueño
- Personas: Pedro, Mineru, Fede, Manu, Pablo, Rubén B., Felix, Manufer, Berna, Adrian, Manu…
- Hora salida: 10:00
- Hora llegada: 20:00
- Datos GPS:
- Distancia: 47,7 km.
- Altitud salida: 1008m.
- Altitud máxima: 1587m.
- Altitud mínima: 988m.
- Desnivel acumulado: 2082m.
- Índice IBP: 199
- Track GPS
- Álbum de fotos:
- Vídeos:
- La Candana de Curueño (vídeo Felix, Xente les Kuenkes)
- La Candana de Curueño (vídeo Pedro)
Ruta que todos los años prepara Pedro por la zona de La Vecilla, cada año con alguna variación pero siempre con muchas mahous, y es que en pleno agosto es lo que más apetece. Por eso íbamos todos con un ambiente festivo pero sin olvidar que la ruta es dura, muy dura. Aún así algunos no contábamos con el calor, hizo que en el primero de los tres bucles muchos ya estuviésemos muertos.
Toca madrugón, quedamos en Vinos Gómez a las 7:30 para ir por el puerto Pajares hasta la Cándana de Curueño.
Comenzamos en el chigre en compañía de asturcones, castrones, xente les kuenkes y algún pelayo. Café y algunos chupitos también cayeron. Nos preparamos para la ruta sabiendo que íbamos a pasar calor, así que cuanto antes empezásemos mejor.
La ruta comienza subiendo por unos caminos abandonados cerca del Arroyo de la Cola. Caminos entretenidos con algunas escobas intentando recuperar el terreno perdido. Nos comenta Pedro que este tramo cambia un poco respecto al de otros años que se subía por unos cortafuegos para ir a dar a la Rasa de las Campanas.
Con esfuerzo pasamos la Rasa de las Campanas y coronamos la peña del Rollo (1339m.) tenemos unas amplias vistas a Boñar y a la próxima subida que nos espera, la más dura del día. Esta sólo fue un calentamiento aunque algunos llegásemos casi echando los higadillos.
Lo mejor de subir, aparte de las vistas, es bajar. Tomamos un sendero estrecho con algún claro para ir enlazando con pistas y caminos hasta los llanos por donde cruza la carretera de La Vecilla a Boñar.
Un pinchazo antes de retomar la bajada.
Salimos a los amarillos Prados del Espino y Prado Gallego para cruzar la carretera CL-626, un puente estilo romano no lleva por encima de las vías del tren y directos al calvario.
Nos reagrupamos en torno a un pequeño árbol, a la única sombra a la redonda para comer un poco antes de iniciar el ascenso por pista al Pico Muelas. Pronto empieza a romperse en grupos viendo caras de sufrimiento y regueros de sudor bajo el intenso sol. Una pista con piedra muy suelta y subiendo con todo el desarrollo, todo juega en nuestra cuenta, ni una brisa ni una sombra. Yo recuerdo subir no demasiado mal pero las cosas no son como empiezan sino como terminan.
El guía de la ruta: Pedro el Grande. Y en la siguiente Mineru.
Aquí se puede ver la sierra que coronamos anteriormente, parece una pequeña loma al lado de lo que estamos subiendo.
Nos desviamos unos cientos de metros del pico para contemplar unas amplias vistas de la zona de la Vecilla y también de lo que nos queda por hacer.
A la derecha del todo la zona de Nocedo con el paso por el que viene la carretera de Lugueros y Vegarada. Un poco más a la izquierda la subida que nos espera a Valdorria con Peña Valdorria encima del desfiladero. En el centro de la foto la zona de la Vecilla con la sierra del último bucle del día. Detrás de nuestras personas (sí, personas, aún no llegamos a la categoría de despojos humanos) la subida que hicimos a primera hora.
En esta foto se puede contemplar mejor la subida que nos espera a Valdorria pero aún tenemos un buen cacho para llegar.
Volvemos esos cientos de metros para coronar por un pequeño cortafuegos el Pico Muelas con 1579m.
Vamos pasando por el cortafuegos del cordal. Comenzamos con una bajada muy pindia y con enormes piedras sueltas, hace falta pericia para llegar entero abajo.
Una vez pasados los cortafuegos por Collada del Pico Muelas, Pico Valdespido continuamos por pista hasta Collada de Valdhoria. Aquí viene una de las novedades de esta edición de la Vuelta a la Cándana. Nos comenta Pedro y Mineru que otros años se pasó por una zona cerrada porteando durante un buen rato. En esta ocasión seguimos unos senderos por el Arroyo de Prado Llano ciclables en buena parte.
Con esta temperatura vamos sufriendo cada vez más, el agua escasea, sobre todo fresca ya que al poco de rellenar el bote está como un caldo. Por suerte unos cientos metros más adelante tenemos una fuente donde refrescarnos y rellenar.
Pasamos por La Jonciana y la zona del Janetín donde tenemos otra bajada por sendero técnico en Sancalagua.
Esta bajada nos deja justo en el pueblo de Oville, primera posibilidad de chigre desde que empezase la ruta a primera hora pero ni hay chigre ni vamos a parar ya que comeremos en Nocedo. Pasando Oville tenemos algo de subida llevadera hasta la Collada de Valdenuciello. Subo a buen ritmo y me dicen – ¡qué fino vas! – pero lo cierto es que estoy al límite, en cuanto paro me dan mareos, casi no me tengo en pie. Fede con escalofríos a unos 40º que estaríamos… claros síntomas de un golpe de calor por falta de cervezas. Pero incluso así conseguimos llegar a la collada. En este tramo no tuve fuerzas ni para hacer fotos. Todo el tiempo pensando en abandonar en Nocedo y cómo decírselo a Pedro, por si acaso espero a llegar a ver si surge algún milagro.
Bajamos por pista mientras arreglan un pinchazo a la sombra. La pista aunque en buen estado en seguida se rompe con enormes argayos provocados por las lluvias. En uno de ellos un compañero de les Kuenkes rompe el cambio. Esto nos da un respiro para tirarnos a la orilla del camino y recuperar intentando aprovechar la poca sombra que deja el cortao del camino. Cuando nos reagrupamos decidimos ir hasta Nocedo donde nos esperan unas cervezas.
La bajada nos deja a la orilla del Río Curueño, por el lado contrario a la carretera, aquí tenemos una antigua calzada romana que nos lleva unos km. por Nocedo de Curueño y pasando Montuerto tenemos el esperado oasis: porrones y jarras de cerveza, chupitos, bocadillos, cafés… pero sobre todo una poza a la que Fede y yo casi nos tiramos aún montados en la bici.
Pedro el Grande posando en su trono: porrón en mano y bocadillo chorizo en la otra.
Lo cierto es que este descanso con baño y reponiendo líquidos hasta el punto de casi no mantener el equilibrio en la bici vino de lujo, yo ya veía la subida con otros ojos y se me habían pasado las ganas de abandonar. Menos mal porque ahora venía la parte más bonita.
Para salir de este remanso de paz Pedro nos tiene preparada una prueba de alcoholemia, a falta de aparatos tecnológicos la prueba del puente sobre el río:
Nos despedimos de Manu y Felix que con el cambio roto no puede continuar la ruta mientras nos acercamos al segundo calvario del día. Antes parada obligatoria en las cascadas de Nocedo.
Pruebas del calor que hacía: Pedro remojando los pies y Adrián el tarro, aún a la sombra no estaba como para hacer muchos esfuerzos.
La subida es por carretera, esas impresionantes zetas hasta llegar a Valdorria, son 3km. pero a pleno sol a las 6 de la tarde y con el asfalto derretido pegándose al caucho. Entre ayudar a arreglar un pinchazo y que era el rival más débil quedé último en la subida, no paré ni para hacer fotos y por más que Fede levantaba el pie para que le diese caza los 100m. que nos separaban para mi eran insalvables, toda la cerveza que había bebido se estaba yendo ahora en forma de sudor.
Por fin, 1363m. de altitud y el cartel de Valdorria donde como era de esperar hay chigre.
No paramos mucho, queda mucha ruta y sino se hace de noche. Yo iba pensando que a partir de Valdorria era bajada, iluso de mi. Tomamos una calzada romana muy entretenida que sube y baja durante unos 3km. con partes técnicas. También tenemos unas buenas vistas de Valdorria de la que nos alejamos rodeando el Viso hacia el Reguerón.
La calzada en algunos sitios tiene una buena caída.
En la zona de el Reguerón cambia el terreno a un precioso sendero por zona de bosques. A pesar de ir bajo mínimos una sonrisa se dibuja al pasar por estas zonas.
Salimos a cielo abierto para llegar a La Collada.
Desde este collado a 1323m. de altitud podemos ver a nuestras espaldas Valdorria y la calzada por la que acabamos de rodar.
Una panorámica de la Vecilla, Valdepiélago, La Mata, Campohermoso… y la sierra por la que circula el último bucle de la ruta después que que bajemos de La Collada.
Foto de grupo a falta de Manu y Felix:
Comienza la bajada hacia la Mata de Bérbula.
Mucho polvo tragamos en el comienzo:
Pero en seguida se vuelve un sendero más técnico y revirado, con algún escalón y paso complicado. Empezamos a calentarnos y en uno de los pasos complicados ya iba soltando frenos, Pablo lo toma por la izquierda y yo paso por la derecha, pensaba parar en la curva donde estaban Pedro y Rubén para hacer fotos pero un peralte me anima a continuar y luego otro, enlazando las curvas como si de un circuito se tratase, al final llegué hasta abajo como un tiro. Para mi sorpresa me encuentro a Mineru con una sonrisa de oreja a oreja… ¡vaya bajada!
Fede llegando al final.
Llegados este punto le comento a Pedro que no estoy para más trotes y sintiéndolo mucho la última parte de la ruta no la voy a poder realizar, se unen a mi Adrián y Pablo. Nos indica el sendero que baja a la Mata de Bérbula y de ahí por carretera hasta la Cándanda.
De vuelta al coche preparamos un asalto al proveedor de mahous.
Por la otra parte parece ser que hubo una pequeña piquilla que hace que Mineru casi llegue a la Robla, Rubén B. trató de darle caza sin éxito y casi de noche llegaron a la Cándana, pero bueno eso es otra historia que debería contar alguno de los presentes.
En definitiva una ruta que no olvidaremos, muy dura, más aún con las condiciones climatológicas que nos encontramos pero en buena compañía. Incluso presta recordar esos 40º cuando me cuesta sentir los dedos mientras escribo esta crónica casi 4 meses después.
Fue una ruta bastante dura que se prolongó todo el día, menos mal que acortamos un poco al final que no llegaba a cenar!
Yo las pase canutas hasta que hicimos el descanso en el bar junto al río, no sé si fue el bocata, el agua del río o las birras pero después la subida a Valdorria la hice como un tiro jajaja. Y eso que el asfalto parecía que se derretía en las curvas, vaya barbaridad de calor.
Muy grata la compañía, como siempre, y Pedro como guía y anfitrión espectacular.